Apenas me levante cuando leí un Tweet enviado por Gaby Vargas (@gaby_vargas), que hace referencia al documento que podrán encontrar en la liga al final de este texto y que me provocó cualquier cantidad de reflexiones involuntarias sobre mí mismo y sobre mis hijas, el futuro y el presente.
Documento que fue escrito el 27 de junio de 1928 y si bien fue escrito por un personaje cuyo nombre no pasa desapercibido para nosotros los mexicanos o aquellos que conocen de la historia de mi país –el Gral. Alvaro Obregón Salido es el autor de dicha carta- y que dirigió a su hijo Humberto y que no tiene nada de político o propagandista.
Ya que fue en realidad escrito por un padre, que comunico cosas desde mi personal punto de vista, muy valiosas para cualquier hombre o mujer y que por atemporal, ha más de 80 años de haber sido escrita, hoy se convirtió en el tema de Las Locuras. Así que no debo de olvidarme de agradecer a mi invitado de hoy, Presidente de México de 1920 a 1924.
Y como el texto al que me refiero tiene 3 cuartillas de extensión, no lo inserto como la mayoría de los textos de mis invitados, no tendría espacio para decirles que es un texto que sacudió fuerte y profundo, tanto al padre como al hijo que soy.
Es completamente cierto que la mayoría de los padres queremos lo mejor para nuestros hijos y en con ese afán que sin querer se puede hacer mucho daño a los mismos. El centro del texto es “humildad”, es el hecho de que a los hijos se les coloca en situaciones cómodas, situaciones que se llega a pensar son propias por derecho “divino” o por el apellido o simplemente porque así sucedió.
Pero llega un momento en que los hijos deben de tomar sus propias decisiones. La pregunta no es si deben o no tomarlas, sino como y desde que perspectiva de vida lo hacen; si un ser humano que ha vivido de comodidades y en una situación de satis factores rápidos y de fácil acceso, a veces rodeados de excesos. Excesos a veces simples pero peligrosos, como el hecho de no desear nada y mucho menos tener que hacer ningún esfuerzo para conseguir, digamos por ejemplo, la colección completa de autitos o muñecas de moda. Sí, dese ahí empieza el cuestionamiento, que nos debe de obligar a repasar si estamos en verdad haciendo un bien dando a manos llenas, sin que por el otro lado no estemos enseñando valores como la integridad y el trabajo, pero sobre todo la humildad.
Y aclaro, que no quiero decir que tengamos que privarnos de comodidades que nuestro esfuerzo y trabajo nos han llevado a obtener, no, pienso que vivir en un ambiente de abundancia y rodeado de valores, es la mejor combinación.
Cuando los hijos crecen toman decisiones sobre el destino que le darán a su vida, en todos sentidos, este destino puede ser hacia arriba si desean trascender. Tal y como lo platiqué ya en una de Las Locuras anteriores. O hacia abajo, viendo que todo lo que les rodea está debajo de ellos, es entonces cuando perderán la noción de que es alcanzar una meta, hacer realidad cada uno de sus sueños o simplemente seguir intentando alcanzarlos. Eso le dijo Alvaro a Humberto, invitándolo a trascender en su vida y NO ser un “junior” más extraído de la clase “cómoda o acomodada” de su época.
Hijos o padres, los invito a que lean el documento que por sí solo es muy impactante, pero más allá de leerlo, reflexionen sobre si están siendo capaces de enseñar a los hijos a mirar hacia arriba o no; si están ustedes mismos mirando hacia arriba o son miembros de “esa familia de ineptos” de los que habló el General Obregón.
Un jueves de invitados, en donde las barreras entre el pasado y el futuro se desmoronaron al tener como invitado al ya fallecido “Presidente de México”.
Loco, loquísimo…perfecto para un jueves de invitados.