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Soy padre, contador público, maestro en alta dirección, activista social y político, jugador de golf y corredor de autos, admirador y promotor de la cocina y vino mexicano; Ironman. Me gusta compartir lo que pienso, crítico ampliamente a mi país y el estatus quo del mismo. Quiero lograr que este foro sirva como un lugar fértil para poder expresar lo que sentimos y pensamos sin perder de vista que somos responsables de lo que se pública y nunca debemos de permitirnos dañar a alguien a través de este medio. Sígueme en Twitter @luisgomezt

miércoles, 19 de mayo de 2010

Y vivian cómodamente en su charca....

Hola internautas, ¿qué tal les fue durante el festejo de Internet?
Espero que de maravilla, aunque las estadísticas nos dicen que cada ves somos menos los que tenemos acceso a la gran nube, que tristeza.
Hoy les voy a contar una de esas historias sobre equipos de trabajo, y para ello, voy a compartir la historia de dos buenos amigos míos:
Ralph y Johnny.
“Ralph vivía en una pequeña charca rodeada de vegetación, donde diariamente sobrevolaban cientos de insectos, de los cuáles se alimentaba. Convivía con varios sapos más en perfecta armonía, quienes lo admiraban por tener la mejor área de la charca, sin embargo había algo que lo hacía sentirse incomodo y al tener todo lo necesario, no entendía porque se sentía así.  No era como el resto de los sapos,  pensaba él.
Un día decidió salir de la charca y mirar hacia el horizonte, vio una enorme colina escarpada, nada tentadora para el resto de los sapos que lo siguieron. Decidió comenzar a subirla mientras desde abajo, el resto de los sapos le gritaban: “no tiene sentido”, “allá no hay nada bueno”, “¿acaso no ves el halcón?”… sin embargo el decidido a seguir adelante, trepo por la colina, no sin sufrir algunos raspones en su intento.
Cuando llegó a la cima, vio a lo lejos  un gran lago, rodeado de una exuberante vegetación, imaginándose lo bello que podría resultar ese lugar y se volvió para ver si alguien lo había seguido. Quiso gritar al resto de los sapos que no lo escuchaban, solo lo miraban con sus grandes ojos saltones. De pronto escucho un ruido a sus espaldas, era Johnny, el sapo más joven de la charca quien se veía angustiosamente agitado.
Ralph: “¿estás bien?”
Johnny: “si, pero tengo miedo. ¿Cómo vamos a regresar?
Ralph: No, no regresaremos.
La cara de Johnny fue indescriptible, sin embargo Ralph no alcanzo a verla, pues ya iba camino hacia el valle. La distancia se hacía cada vez más larga mientras avanzaban, subidas, bajadas, rocas, enormes arboles que los hacían pensar que ya había caído la noche y con ella una muerte segura para ambos. Uno tras otro fueron sorteando los obstáculos, pero todo se complico aun más cuando descubrieron que ya lo único que los separaba de aquel gran lago era una horrorosa barranca. Johnny comenzó a temblar, era el más chico de los dos y no podría alcanzar la otra orilla de un salto.
Ralph al verlo, ato a su pata un pedazo de hierba larga que encontró colgando de un árbol y sin pensarlo salto al otro lado de la profunda barranca. De inmediato comenzó a hacerle señas a su compañero para que cruzara usando la delgada línea que colgaba a través de precipicio. Johnny dudo, tuvo miedo y se sintió perdido.
Podía intentar regresar, pero la visión de aquel lago enorme lo impulso a asirse fuertemente de aquel pedazo de hierba y comenzó a cruzar, lentamente y a paso seguro fue avanzando hasta llegar a la otra orilla. Lo había logrado –lo habían logrado- y desde ese día descubrieron que trabajando juntos podrían sortear todos los obstáculos.
Siguieron avanzando, la noche se hacía cada vez más presente cuando finalmente sintieron la humedad de la orilla del lago en sus patas y cayeron rendidos, durmieron profundamente al cobijo de algunos lirios.
Cuando el primer rayo de sol cubrió el algo, se encontraron rodeados de una multitud de sapos que los miraban extrañados; preguntándose cómo habían llegado hasta ahí esos dos forasteros. Les contaron su aventura, convirtiéndose así en los dos habitantes más populares del lago.
Ahora cómodamente vivían en un lugar esplendoroso, donde no tenían que cuidar su “pedazo de charca” pues había espacio de sobra, nunca les faltaba el alimento, conocieron un mundo completamente nuevo y nunca dejaron de explorar, solo por sí acaso existía algún otro gran lago en el horizonte.
Mis aventureros preferidos, Ralph y Johnny, tenían lo que parecía ser “todo” para vivir cómodamente. Sin embargo se aventuraron en un cambio, sortearon los obstáculos, aprendieron de los retos que se les presentaron y lograron Cambiar su realidad; transformándola en algo mejor. Dejaron de ser víctimas de sus propias fronteras.”
Ahora la reflexión debería de ser sobre si en realidad tenemos “todo” o estamos cómodamente viviendo en nuestra “charca”.
Salgamos de ella…

1 comentario:

  1. Excelente blog Don Luis!! Soy una total convencida de decir No a la Zona de confort, bueno asi la identifico yo. He visto como personas con gran talento e inteligencia se han quedado estancadas por no querer arriesgar esa "seguridad" con la que cuentan. Miedo?? Inseguridad?? Creo que en gran parte, pero sobretodo parte de una educacion que no nos permite equivocarnos, y por ende, saber manejar nuestros fracasos y aprender de ellos. No logro ponerle adjetivo a esa voluntad que nos hace salir de nuestra charca, pero a todas luces si puedo afirmar la gran satisfaccion que nos da la ganancia de habernos arriesgado o como dirian los hipicos "Probarnos en otra pista"... Y si lo volveria a hacer..

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