Hoy me inspiró esta Locura el texto de un hombre a quien se
le ha llamado loco e idealista en más de una ocasión –y tal vez lo sea y por
eso comparto plenamente lo que ha escrito- y me refiero a Luis Donaldo Colosio
Riojas, hijo del acaecido Luis Donaldo en
aquellos desafortunados eventos en Lomas
Taurinas.
Joven mexicano que nació en la cuna de la política y por
ende tiene lo que muchos otros mexicanos no, el nombre necesario para ser
escuchado diciendo cosas que muchos otros compartimos y aun cuando lo decimos,
el eco de nuestras voces no tiene este alcance.
Como en pocas ocasiones lo he hecho en Las Locuras, a menos
que valga mucho la pena, como es este el caso. Me atrevo a reproducir su texto
integro antes de divagar sobre el.
“EL LLANTO DE
UN MEXICANO
Por Luis
Donaldo Colosio Riojas
Me preocupa. Me
preocupa que veo a un país olvidado por sus líderes, quienes se concentran en
sacar adelante sus carreras y a sus partidos antes que a su gente.
Me preocupa ver
un abismo de desigualdad y diferencia, permeado todo por la infame indiferencia
de quienes tienen la responsabilidad de honrar la confianza de su gente.
Me preocupa ver
que en el Congreso imperan el caos y la desunión, que los ‘triunfos’ de mis
diputados sean ver quién difama más al otro o quién silencia con más fuerza.
Que exista un aura de trabajos inconclusos y que los pocos que se dedican al
trabajo son sopesados por quienes se dedican al ultraje. Me preocupa ver más
respeto en las tribunas de un clásico de futbol mexicano que en los escaños y curules
legislativos. (¿que se puede esperar de la raza?)
Funcionarios
públicos ausentes o sumisos (NISI) (Ni trabajan, pero SI cobran) y fuerzas
policiales abandonadas o corrompidas es el maltrato que nos dejan nuestros
gobernantes. Benditas aspiraciones de nuestros jóvenes con tanta materia prima
corroída. No es sorpresa que ‘ni estudien, ni trabajen’ si el sistema educativo
es cada vez menos adecuado y continúa decayendo gracias a quienes se supone
deberían levantarlo. El empleo y las oportunidades son virtualmente
inexistentes y nuestra economía es tratada con la lujuria de unos cuantos.
Me preocupa mi
tierra, sangrando a borbollones, con sangre nacional y extranjera, de quienes
depositaron su confianza en unos cuantos. Me preocupa que ‘esos cuantos’ tampoco
sean eficaces porque ‘algunos muchos’ se empeñan en que fallen con tal de
alzarse el cuello y alardear un ‘se los dije’.
La desigualdad
de ideas nunca ha sido crimen, pero el callarlas y asesinarlas es nuestro nuevo
movimiento nacional.
Miles de
millones de pesos, de nuestro dinero, de nuestros impuestos, se reparten a
‘unos cuantos’ para hacer bien ‘muchos nadas’, mientras tanto nuestros niños
tienen hambre, tienen sed y tienen miedo. Miedo, no de una inseguridad que
crece sin medida, sino de lo que seguramente terminarán siendo: seres olvidados
y marginados por su patria y a quienes luego se les reclame de ‘holgazanes’. Se
les castigará por ineficientes y por no saber aprovechar las infinitas
oportunidades inexistentes que tuvieron. Nuestros niños, ¿pero qué demonios les
hicimos?
Me preocupan
todos y cada uno de los miembros de mi familia, más de 112 millones de ellos,
que miran al futuro sin un rumbo certero, ese rumbo que nuestros predecesores
se negaron rotundamente a asegurar y que ahora miran con desconcierto alegando
que ‘no es su culpa’. Y la pelea continúa; y las divisiones incrementan; y
las diferencias se exaltan; y nuestros niños, mientras tanto, sufren.
¿Pero qué te
pasa, México? ¿En qué momento se volvió rutina suicidarte?
Me preocupa mi
gente, que prefiere esconderse frente a una pantalla de televisión que detrás
de un libro, o mejor aún, de un oficio. Me preocupa que la política de
desarrollo colectivo nacional en estos momentos pareciera que se llama
'resignación', pareciera que se llama 'derrota'. (difícil pelear contra
las diversas mafias que se apoderan de los puestos públicos para saquear el
país)
Me niego rotunda y enfáticamente a quedarme dormido, a darme por vencido.
Así me tachen de por vida de demente o inadaptado. Qué ilusos somos todos al
pensar que México necesita héroes, si lo único que le hace falta es la
atención de sus ciudadanos, o mejor quizá, unos cuantos más de estos.
Este es el movimiento de la tercera insurrección
mexicana, cuyo campo de batalla se libra en nuestros propios corazones, donde
las únicas armas que encontremos y utilicemos deberán ser la paz, el trabajo y
la Patria: suficientes muertes ha soportado lo sagrado de este suelo, y la
tierra que se tiñe de rojo con la sangre de mi sangre es testigo de mi entrega. La
batalla se gana en el corazón de nuestra gente, al denunciar nuestras propias
faltas al país... y a nuestra estampa.”
Cuando lo leí por primera vez me hizo reflexionar, sin
embargo no me atrapo como lo hizo ahora que volvió de nuevo a caer en mis
manos, tal vez sea mi estado de animo o simplemente que lo leí más
detenidamente, pero lo que sí se es que debemos todos como ciudadanos de
unirnos en una sola voz para emitir un juicio histórico respecto de las muchas
acciones e inacciones que nos tienen atrapados en lo que yo llamaría un “hoyo
negro” en la historia de este gran país.
México no es solo inseguridad, corrupción, políticos y no
políticos ineptos y holgazanes –no- México no es eso, jamás lo ha sido y ahora
parece que nos estamos resignando a vivir bajo un imperio de desorden total,
hemos sin darnos cuenta –al menos no todos- creado la validación de lo que
llamaré “nuestra propia teoría del caos”.
Hemos de una manera kafkiana
aceptado esta realidad, realidad que no nos corresponde vivir como país, como
raza y mucho menos como seres humanos, pues los factores como pobreza,
inseguridad, ausencia de oportunidades, apatía, desasosiego, miedo y muchos
otros más comenzaron ya a ser comunes en una gran mayoría de la población en
este país, país que estamos dejando en ruinas para las siguientes generaciones.
En la tercera y última parte de Matrix –si, me refiero a la
película- los humanos somos comparados con el estilo de vida de un “virus” –y
no, no me refiero a un virus informático- y saben que, no es del todo
equivocado. Hemos venido como raza destruyendo nuestro entorno y creando vicios
sociales, culturales, económicos, políticos y hasta psicológicos, esos vicios
son los que nos tienen como sociedad atrapados en este circulo vicioso del cual
debemos de salir y no mañana, hoy, hoy es el día en que debemos de alguna forma
–ojalá, la supiera- de dar ese golpe de timón.