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Soy padre, contador público, maestro en alta dirección, activista social y político, jugador de golf y corredor de autos, admirador y promotor de la cocina y vino mexicano; Ironman. Me gusta compartir lo que pienso, crítico ampliamente a mi país y el estatus quo del mismo. Quiero lograr que este foro sirva como un lugar fértil para poder expresar lo que sentimos y pensamos sin perder de vista que somos responsables de lo que se pública y nunca debemos de permitirnos dañar a alguien a través de este medio. Sígueme en Twitter @luisgomezt

lunes, 18 de abril de 2011

¡Ah Chihuahua!

Y el titulo de esta Locura se refiere a una expresión muy común entre nosotros los mexicanos, ¡Ah Chihuahua!, y que es usada para expresar sorpresa… Y estimad@s lector@s de Las Locuras, eso exactamente fue lo que provocó mi última visita al Estado de Chihuahua, una sorpresa tan grande que me obliga a compartir con ustedes esa experiencia.
Experiencia que  por maravillosa e increíble no será posible que quepa en una sola edición de Las Locuras, así que como promesa más que como amenaza, encontré una madeja de hiló tan nutrida, que me tendrán que aguantar un rato desenredándola y eso solo para contarles mi paso veloz por esa entidad… en la que no jugué golf –aclaración necesaria para los mal pensados- así que una vez hechas las aclaraciones pertinentes… amonos pal norte!!!
Hace no mucho tiempo el nacer, crecer, y morir, sin haber tenido jamás una oportunidad de empleo –y digo, ninguna en lo absoluto- era parte no solo cotidiana, sino aceptada como cierta e inmodificable en la vida de los indígenas Tarahumaras, y hoy parece que esa realidad finalmente ha comenzado a ser modificada por el esfuerzo de muchos, comandados por uno, de quien ya les hablaré más adelante.
Los temas van desde el empleo, la vida indígena en las cuevas, chozas o prados, un teleférico que cubre 2.8 kilómetros sobre el espectacular Cañón del Cobre, a una altura promedio de 400 metros que llega en ocasiones hasta los 700 metros sobre el fondo de la barranca; que no vive sólo sobre esos parajes, vive acompañado de un recorrido de más de 5 kilómetros de tirolesas o “ZIPLINES” como se les conoce en idioma ingles, además de una vía ferrata para hacer escalada, rapel o el famoso salto de “Tarzan”; en donde podemos encontrar la segunda tirolesa más grande de Latinoamérica y en donde en unos pocos meses encontráremos en ese espacio el albergue de la tirolesa más larga del mundo con un recorrido de más de 2,800 metros sobre una vista que arrebata el aliento hasta del más experimentado aventurero.
Pero todos estos datos parecen sacados de algún folleto, a menos que se les ponga en un contexto ad-hoc a este espacio de Locuras, y pues de eso se trata hoy…
¿En qué piensas cuando escuchas la palabra Chihuahua?
Yo pienso, en un estado del norte de México, en sus barrancas, en Creel, en esas historias de inseguridad de las cuales nos han inundado los medios de comunicación –pienso que de manera absurda-, en la excelente carne que ahí se produce (no sean mal pensados, también hay mujeres muy bellas), en sus quesos, el su rodeo, la sierra nevada y si me empujan un poco, hasta en la oportunidad de ir al Paso de compras.
Y saben, todo eso que vino a nuestra mente es cierto, pero debería de tener una nueva cara, cara que me siento obligado a ayudar a construir a través de este relato.
Antes que nada estimad@s lector@s de Las Locuras, que transité  cerca de 700 kilómetros de caminos y carreteras a través del estado en completa paz y seguridad; las ciudades y poblados siguen teniendo vida comercial, nocturna, social –los restaurantes y centros nocturnos siguen abiertos- e hice todo esto sin que en ningún momento sintiera que mi seguridad se podría ver amenazada. Así que los invito, en verdad los invito a que comencemos una crítica seria sobre el hecho de que hemos sido inundados de malas noticias en muchas ocasiones, cuando hay muchas cosas buenas, en verdad excelentes y extraordinarias que comunicar. No podemos tapar el sol con un dedo, lo que si podemos y no solo podemos, sino que debemos es defender todo y todas las cosas buenas que tenemos en nuestro país, que sin duda alguna son muchas más, que el puñado de cosas malas que pueden estar sucediendo, las cuales les aseguro pronto terminarán.
Pero ya basta de soportar a este loco tecleador y comencemos el recorrido a las 05:55 horas que fue cuando partimos de la Ciudad de Chihuahua rumbo a Divisadero, frente, sobre, a un lado o simplemente ahí… en el corazón de la Sierra Tarahumara, en donde está enclavado el Parque de Aventuras de Barrancas del Cobre o Cooper Canyon como se le conoce en nuestro vecino país del norte.
Una parada en Ciudad Cuauhtémoc a desayunar una de las mejores machacas con huevo que me he comido en mi vida –y miren que me gusta- para después seguir nuestro trayecto hasta Creel, en donde de inmediato reconocemos la estación del tren, el famoso “CHEPE”, y no solo famoso, sino el único tren de pasajeros en nuestro país.
De ahí continuamos nuestro camino entre curvas y paisajes de ensueño, hasta que por fin llegamos a nuestro destino… apenas salté del auto para encontrarme con un grupo de sonrisas, formada por los guías del parque. De manera inmediata nos proveyeron del equipo necesario para comenzar solo una pequeña –pero gran parte de la aventura-, arnés, casco y guantes. Hacia falta un ingrediente, ese debíamos de llevarlo cada uno –valor y coraje- para poder comenzar el recorrido de lo que sería una de las aventuras más increíbles vividas por este loco tecleador.
Dicha aventura se completo al enfrentarme a dos monstruos colgantes en forma de puente, mismos que alguien omitió mencionar como existentes, y que se ciernen frente a ti como una prueba de temple y autocontrol a semejantes alturas.
Fue ahí parado frente a una vista majestuosa, que sufrí la verdadera sorpresa al conocer a mi guía, el que sería responsable de conducirme sano y salvo a través de esa aventura; y se han de preguntar el porqué de mi sorpresa.
Tenía frente a mi a todo un experto en la sierra y ese cañón, no solo por haber sido capacitado en las técnicas necesarias para hacer ese paseo seguro para todos los visitantes, en verdad lo hacía especial el hecho de vestir unas bermudas cargo, una playera que lo identificaba como miembro del parque, casco, lentes obscuros y todos aquellos aditamentos necesarios para la labor, excepto uno: NO USABA NI BOTAS NI TENIS DE MONTAÑA, ¡NO!
Usaba huaraches Tarahumaras; y sí conocía tan bien el ambiente, es porque ahí nació hace apenas 19 años y creció sin una oportunidad de empleo hasta la llegada del proyecto del teleférico, el circuito de tirolesas, la vía ferrata, los paseos que sus congéneres ahora ofrecen a través de las más escarpadas veredas, a aquellos turistas que se aventuran al fondo de la barranca.
Ese joven, que hace no muchos años no hablaba el español –a quien aprendí a saludar diciendo “quiraba”, para esperar como respuesta un “quira”- y que seguro de si mismo me guió por lo más de 5 kilómetros de trayecto no tenía muchas opciones, hoy ya las tiene y eso me llena de orgullo como mexicano, como ser humano y como hermano de todos los indígenas que habitan en mi país.
Este es el motivo de esta Locura, que si bien hay mucho más –que ya les contaré- de que hablar sobre esta aventura, hay que reconocer que después de muchos años de trabajos e intentos infructuosos por integrar a las comunidades indígenas; por fin se ha dado el primer paso a la sombra de verdadero trabajo.
Aquí no hay programas de gobierno, no hay falsos indigenistas, no hay defensores de un grupo que no ha pedido ni pedirá ser defendido.
Lo que vi, en ese lugar apartado de a civilización como la conocemos, es una oportunidad de progreso de una de las razas indígenas más integrada hacia ella misma en todo nuestro país; una raza que sufre temperaturas que van de los -30 hasta los 40 grados centígrados, que sobrevive con lo poco que la tierra en ese clima agreste les da, pero que hoy tiene gracias a un proyecto integral e integrador, una oportunidad única e incomparable.
Y aquí es donde hago el primer alto en este relato, pero no sin antes reconocer el trabajo, pero sobre todo la visión y sentido humano del Lic. Héctor Valles Alvelais, quien ha dirigido este esfuerzo en la entidad por ya más de 6 años y quien me dio la oportunidad de vivir esas espectaculares horas en el norte de mi país y como dicen por ahí… ¡Arriba el norte! y si no me creen, nada más vean el mapa.
No leemos pronto en la continuación, porque: ¡Ah Chihuahua!

2 comentarios:

  1. A medida que iba leyendo este blog, me iba entusiasmando mas, no solo por el relato en si, sino por lo que transmites en el! Y si mi refiero al orgullo de ser mexicano y de expresar las cosas buenas que SI suceden en este maravilloso país, las cuales deberíamos de promover, visitar , recomendar, y porque no presumir a nuestros amigos extranjeros y locales . Miro con tristeza nuestros contenidos televisivos, incluyendo el tema de la boda real, realmente a alguien le importa?? no podrian utilizar ese presupuesto para difundir la grandeza de Mexico. Confieso que no conozco Chihuahua, pero esta en el primer lugar de mi lista de viajes. Espero ansiosa la partes subsecuentes de las locuras...

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  2. Sí, nuestro México es hermoso (lugares, comida, cultura etc.) pero quiérase o no, el espejo del México de hoy es un espejo negro donde se refleja el narco junto al resto de las estructuras sociales del país, sanas o insanas, con su violencia sin límites, con su sello cultural innegable y con sus modos de vida inocultables. Es una verdadera lástiama!!

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