Otra vez en un avión… con rumbo conocido, pero desconocido el resultado de la nueva travesía; desde aquí mis querid@s lector@s de Las Locuras es que me he puesto a teclear sin usar teclas, bendita tecnología.
¿Qué vamos a hacer sin Steve Jobs? Esta es una pregunta que merece un espacio para intentar contestarla y no será hoy.
Si no mal recuerdo, ya alguna vez pase volando cerca de algo llamado “expectativas”, esas que nos fijamos como resultado de un proceso mental ligado a la espera de tal o cual resultado.
Todos nos fijamos expectativas sobre nuestro trabajo, nuestros estudios, nuestros amigos y nuestra pareja entre muchas otras más; en varias ocasiones nos quedamos vacíos esperando que se cumplan y eso puede haber sucedido por un sin fin de razones.
Pero una de ellas está ligada a la comunicación, ese proceso del cual los seres humanos nos jactamos de dominar, cuando en realidad no lo hacemos.
Entender el punto de vista de otro, no implica que lo compartamos, simplemente lo entendemos.
Al nacer somos expuestos a millones de estímulos que nos dan forma, le dan forma a nuestra personalidad con el paso de los años, le dan forma a nuestros anhelos y deseos más profundos, esos que se escriben sobre piedra en alguna parte de nuestra conciencia profunda o inconsciente.
Una vez que están ahí comenzamos a esperar que el mundo gire a su alrededor y nos olvidamos de que en realidad giramos parados sobre el mundo y este no cambiará su ritmo por nosotros.
Entonces, ¿hacemos mal teniendo expectativas?
No, definitivamente no, el error está en no sabernos muchas veces adaptar a las circunstancias nuevas o simplemente ignoradas que generan un resultado no esperado –bueno o malo- simplemente no esperado.
Las sorpresas –buenas y malas- son variaciones de nuestras expectativas, cuando recibimos una grata noticia o una caricia no esperada, nuestras expectativas no solo se cumplieron, sino que se superaron; sin embargo cuando sucede lo contrario nos llegamos a sentir frustrados, enojados o decepcionados.
Esta suma de sentimientos nos lleva de vuelta a la necesidad de comunicarlos y buscar en el que falto a nuestras expectativas una explicación o razón de peso para tirar una pala de tierra sobre el tema y seguir adelante; pienso que eso es un error.
Es un gravísimo error, pues es muy probable que ese que nos falló, nunca haya estado enterado de lo que se esperada de el; lo que me lleva de vuelta a la comunicación, una deficiente o mala comunicación, da como resultado una expectativa fallida.
Y bueno, después de todo este rollo, se han de preguntar: ¿A dónde va Luis en esta ocasión?
Simple, si quieres algo, pídelo; si no quieres algo, pídelo.
Comunícate con tu entorno de la forma más eficiente posible y es muy probable que entonces cada vez más esas expectativas sean satisfechas.
Que tengan un hermoso jueves lleno de éxitos… Nos leemos después.