En verdad que no se cómo comenzar, hay muchas cosas importantes en la agenda nacional que nos deberían de estar ocupando, pero que les parece si hoy revisamos un poco del tan criticado trabajo de nuestros legisladores, que sí bien no son lo que algunos quisiéramos, son lo único que tenemos.
Ayer le entregaron un reconocimiento por su carrera a Javier López "Chabelo", Javier muchas felicidades; ¿Qué carajos hacen entregando estos premios?
Ayer nuevamente pospusieron la votación en el pleno de ambas cámara de la ley seguridad nacional... ¿qué demonios tienen en la cabeza?
Esta semana, se declararon aún no listos para poder pasar a revisión las reformas hacendaría, laboral y política... ¿será por qué están muy ocupados con el premio de "Chabelo"?
Y si bien podría seguir con la lista de acciones ligadas a la total inacción de parte de nuestros legisladores, prefiero que pasemos a revisar un poco de la historia que seguimos al parecer negando y que es la causa de que tengamos el Congreso que tenemos, ni malo ni bueno, sino el que tenemos.
Remontémonos a los años 30, cuando Plutarco Elías Calles fundaba lo que ahora conocemos como PRI (Partido Revolucionario Institucional). En aquellos días no teníamos que preocuparnos por el trabajo de los legisladores, la apabullante mayoría del Congreso pertenecía al PRI (cosa que duro hasta 1995), lo que permitía que desde la silla Presidencial se dictaran leyes, reformas y alguna que otra gran estupidez acerca del futuro de nuestro país sin necesidad de tener que preocuparse por el resultado de una votación – a veces o casi siempre – inexistente.
Ahí es donde se comenzó a formar parte de nuestra élite política, ahí fue donde se comenzaron a definir las reglas de actuación del trabajo legislativo; que desde mi punto de vista, sigue siendo inexistente, por la simple razón de que no era necesario y no saben cómo hacerlo.
No juguemos a estúpidos, si no hay madera que pulir o barnizar, como para que quiero a un carpintero o ebanista, pero tampoco creamos que si llenamos la sala de electricistas, podremos después pedirles que trabajen la madera recién puesta
Entonces, si ya conocemos la causa y el efecto; y no parece que a todos nos guste… ¿qué es lo que deberíamos de cambiar en el Congreso?
Hasta el próximo viernes de Reflexiones Políticas.